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Foto del escritorRocio Pagola

La Resistencia

La resistencia es una forma de acción que deviene como acto reflejo ante lo que percibimos como un peligro para nosotros. Algunos pueden reaccionar endureciéndose, otros pueden salir corriendo, otros lo que sea que se les ocurra en ese momento. Desde un punto de vista de la psicología tradicional, podría decirse que las resistencias son inconscientes; devienen, surgen en principio sin que las podamos controlar. Si alguien te golpea, vos te tensarás en alguna parte de tu cuerpo, tu musculatura se contraerá como una forma natural de resistir al golpe. De la misma manera nuestra mente resiste. Nuestras ideas y de lo que ellas se desprende, los pensamientos, las sensaciones, todo reacciona ante la mínima posibilidad de ser modificado. Sin embargo, a diferencia de los animales que no tienen la posibilidad de elegir, nosotros los seres de piel humana, podemos hacer algo al respecto. Podemos transformar esa incomodidad que aparece y en vez de rechazarla, resistirla, tenemos la opción de observarla, integrarla y darle un lugar. Cuando meditamos o practicamos Yoga, un ejemplo concreto de esta integración es la respiración, precisamente la exhalación consciente. Cuando lo hacemos nos volvemos más blandos, más livianos. Entonces, lo que en principio aparecía como una molestia, adquiere una nueva forma y por lo tanto se modifica. Nuestro cuerpo se organiza distinto, nuestra mente cambia su percepción. Diariamente nos vemos experimentando situaciones de este tipo: un lavarropas que no funciona, el cambio de un turno del doctor, la lluvia repentina que nos moja, una conversación o discusión con un ser querido. Ante todas las circunstancias que experimentamos, en más o menos medida, reaccionamos según nuestras posibilidades y elecciones. En los entornos atravesados fundamentalmente por los afectos (amigos, familiares, etc), este cambio de percepción requiere un poco más de atención de nuestra parte. Generados a partir de los vínculos que construimos con otros, las emociones y los sentimientos son una capa más profunda, más compleja y hasta corporal, son producto de un vasto territorio atravesado y urdido por la cultura a lo largo del tiempo, por la humanidad.  Yendo de lo general a lo particular, desde la psicológica tradicional, podría decirse que somos una constitución subjetiva, sujetos sujetados. Desde una visión cristiana, somos carne de la carne y sangre de la sangre. Nuestros pensamientos, valores, creencias están tejidos por una red de humanidades. Reconocernos como resultado de esa conjugación, comprendernos como construcción y hasta como convención es esencial para abordar el tema de la percepción y del cambio. Relativos y a la vez iguales, partes del todo y suma de las partes. Así vamos accionando y relacionándonos con el entorno. Advertir esta premisa es sabernos mutables y a su vez entender que podemos hacer algo al respecto; no somos hojas sueltas en el viento. Es entonces en ese momento donde podemos ablandarnos, alivianarnos y esbozar una sonrisa. Porque tenemos la constante posibilidad de construir la realidad que nos rodea, de intervenir el mundo, incluso cuando creemos que esa realidad está determinada de antemano.  Negar nuestros temores y nuestros demonios por ejemplo, es el acto más humano de resistencia. Mirarlos con bondad sin embargo, como parte de nuestra constitución, es mirarnos a nosotros mismos y a la sociedad a la que pertenecemos. Es reconocer que todo eso existe en tanto podemos identificarlos y está ahí, como el árbol de la puerta de tu casa. Abrazar lo que surge como resistencia es permitir modificarse, es dejar que te peguen las balas (como dijera Nai) y que algo latente y primordial surja; algo como un vacío que acompaña de forma permanente o como una gran y palpable sensación de felicidad.



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